Después de haberme formado en distintos enfoques psicológicos y haber trabajado en diferentes ámbitos (recursos humanos, intervención psicosocial en inmigración y adicciones, salud mental severa), decido emprender mi propio camino como psicoterapeuta humanista. Es en ese momento cuando entro en contacto con uno de los valores más importantes para mi terapia: “Nada te puedo dar que no exista ya en tu interior. No te puedo proponer ninguna imagen que no sea tuya. Solo te estoy ayudando a hacer visible tu propio universo” – Herman Hesse.
La vida me brinda una nueva oportunidad de crecimiento al cruzarme con Samay, ya que me permite desarrollar mi modo de intervención con niños y adolescentes a través del juego, buscando infinidad de posibilidades para crecer junto a ellos desde el corazón, respetándonos en nuestra esencia, ritmos y caminos, y fomentando la creatividad como forma de desarrollo humano. Entiendo que mi labor como terapeuta es acompañar a cada persona en su camino de descubrir lo que le hace funcionar en el mundo y lo que no, y arrojar luz en ese darse cuenta y en la decisión de cambiar y respetar el camino que elija andar.
Nietzsche dice que madurar es recuperar la seriedad con la que juegan los niños, y aquí en Samay, cada niño, adolescente y adulto, maduramos poco a poco de manera honesta y auténtica permitiéndonos ser lo que somos, sin tener la necesidad de ser quienes no somos. Esto es en lo que creo y en esto es en lo que me esfuerzo por conseguir cada día en mi quehacer terapéutico y personal.