Los últimos niños en el bosque

¿Sabes lo que es el «trastorno por déficit de naturaleza? Léenos y esperamos inspirarte para disfrutar más del aire libre con tu gente. Nos hace mucha falta ahora. Las prisas, las tecnologías… no ayudan a sentirnos vivos!

“Cuando se acercaron al conejo, no se movía, parecía que el pobre estaba muerto… y cuando estaban a punto de tocarle, de repente se incorporó y… ¡¡¡ salió corriendo!!  Se quedaron todxs los niñxs alucinadxs…” nos contaba una mamá, sobre una experiencia de sus peques en el campo.

En el libro “Los últimos niños en el bosque” Richard Louv habla del “trastorno por déficit de naturaleza”, que si bien no es un diagnóstico, indica una tendencia en las nuevas generaciones a pasar cada vez menos tiempo y de forma libre en la naturaleza.

Explorando en el Monte Moncalvillo, San Agustín del Guadalix, Madrid

El exceso de organización de la vida y las actividades de los peques está relacionada con dicho “trastorno” y con el aumento de la obesidad. Si nos paramos a pensarlo, pasamos nuestra vida en “cajas”: nos levantamos en nuestra casa (caja), nos metemos en el coche (caja) para ir a trabajar a un espacio que generalmente es otra caja, por la tarde vamos al gimnasio (caja)… y con nuestros hijxs hacemos igual. ¿Te has parado a pensar la cantidad de “cajitas” por las que habéis pasado al final del día? ¿Cuánto tiempo ha disfrutado tu hijx hoy en plena naturaleza, sin ninguna actividad organizada?

Durante varios veranos, en Samay realizamos campamentos en los que los niños disfrutaban del día entero (y a veces, de la noche) al aire libre. Ya han pasado varios años de aquello y recuerdo nuestras aventuras por el río y nuestras comidas al aire libre como algo muy vívido y lleno de luz y vida. Era increíble verles en grupos por la finca dedicándose a construir cabañas con lo que encontraban o hacer peticiones al árbol de los deseos… Aún hoy esos peques (algunos ya de 18 años) nos siguen hablando de sus bonitos recuerdos de esos días y de la sensación de disfrutar de la libertad y de vivir al aire libre.

Uno de los campamentos de Samay en Canencia, Madrid

 

Louv realiza una crítica sobre cómo se enseñan las asignaturas relacionadas con la naturaleza: “los estudiantes estudian la naturaleza de un modo árido, mecanizado. ¿Cómo funciona el sónar de un murciélago, cómo crece un árbol (…)? Los niños ven la naturaleza como un experimento de laboratorio”.

Es curioso que cuando pedimos a mamás y papás que revivan alguna situación donde sintieran emociones y sensaciones positivas y donde se sintieran ellxs mismxs, la mayoría tiende a  evocar alguna imagen al aire libre y sobre todo, de juego totalmente natural. No hay nadie que me haya dicho: la clase de natación a la que iba con 3 años… ya que recordamos especialmente los momentos en los que nos sentimos realmente libres… y esos momentos escasean en las infancias de nuestros peques.

Como dice Joaquín Araujo: “La inteligencia se está usando para distanciarnos de la vida (…) Para empezar a vivir, debemos vivir con lo que vive. La velocidad, el ruido… no están vivos”.

¿Recuerdas la última vez que saliste a pasear con tus hijos bajo la lluvia, que saltaste charcos o abrazaste un árbol? Son regalos perfectos para nuestrxs peques, que perduran en su mente y corazón…